31 de marzo de 2015

ENSEÑA AL NIÑO EN SU CAMINO




Enseña al niño el camino en que debe andar,
y aún cuando sea viejo no se apartará de él.
Proverbios 22:6
Por Eric Gomes do Carmo
Ciertamente el espacio que tenemos para este texto es insuficiente para abordar todos los aspectos de la educación de los hijos. Aunque hubiera más espacio no sería suficiente, pues Dios no actúa en nosotros de manera estática, al contrario, en cada uno de nosotros su Palabra tiene un tiempo de reacción de acuerdo con la medida de fe, como dice Romanos 12:3. Vamos a caminar entonces por tópicos que nos direccionarán a la Palabra de Dios.

Nacemos con una naturaleza rebelde (Sal 51:5; Prov 22:15; Mt 15:19): La Biblia nos enseña que todos nosotros nacemos con una naturaleza opuesta, rebelde y separada de Dios. Aún antes de comenzar a dar los primeros pasos es posible percibir que el niño por naturaleza es egocéntrico, y no muchos días o años después que la mentira forma parte de su vocabulario de escape. La autonomía en nuestro corazón está ligada al pecado de la independencia de Dios y al autogobierno.

El niño necesita de dirección (Prov 29:15; 22:15). Por otro lado, cuando nos hacemos padres, no nos formamos en ninguna escuela ni nos graduamos, en como criar a los hijos. Tenemos, sin embargo, un mundo de informaciones emocionales, modelos paternos y maternos de educación, y una sociedad mediática que insiste en dictar las normas del tipo de vida familiar moderna. Pero para algunos, la Palabra y el amor de Dios ha sido el rumbo correcto para todos los desafíos en la enseñanza del niño, en el camino en que debe andar.

Los padres tienen muchas referencias, pero la Palabra y el amor de Dios es lo que necesitan (Sal 86:11; Ef 6:4). Muchos padres piensan en educar sus hijos evitando la manera como ellos fueron educados. Reaccionan a los propios temores de la infancia, conflictos y decepciones no resueltos; hacen lo inverso o aun son mucho más extremistas. Sin embargo hay solamente un camino para educar a los hijos según el corazón de Dios y ese camino es Jesucristo.

¿Qué significa enseñar a los hijos en el camino que es Jesucristo?. Significa que de él viene el fruto del Espíritu que nos capacita para luchar con las dificultades de este proceso de relacionamiento y que solamente en el modelo de Dios tendremos hijos sanos. No podemos enseñar nada que no hayamos aprendido, por eso Dios irá a tratar con nosotros como hijos amados del Padre, para poder también tratar con nuestros hijos amados. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Hebreos 12:7.

Nuestros días son malos (Ef 5:16; 2 Tim 3:1-5). Exactamente, como la Palabra de Dios dice en 2 Timoteo 3:1-5 ha sucediendo; vivimos tiempos difíciles. ¿Porque son más difíciles que los tiempos antiguos? Porque la iniquidad se ha multiplicado y el amor de muchos se ha enfriado (Mt 24:12); porque hemos visto cada vez más, en progresiva intensidad, el deterioro del carácter del ser humano.

La Biblia “El Mensaje”, nos da una buena versión del Apóstol Pablo cuando escribió en 2 Timoteo 3:1-5: También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A esos, evítalos.

El enfoque de cualquier sistema opresor es el comportamiento, el de Dios es el corazón (Is 28:10; Ez 36:26). Un movimiento decadente al final del siglo XIX e inicios del siglo XX y que viene hasta los días de hoy, detonó grandes modificaciones en la sociedad y consecuentemente en el seno familiar. La sociedad sufrió sensibles cambios en los campos de la economía, la política y la cultura, afectando de forma significativa todos los aspectos de la vida personal y social. Las causas y efectos de esos cambios provocaron y provocan desestabilización en la vida familiar, desde el modelo de organización hasta el liderazgo y sustento del hogar, entre otros aspectos.

Así como la religión, la escuela y los gobiernos de este mundo trabajan con la “pedagogía de la modernidad” que a pesar del slogan de libertad, en verdad esclaviza. La intención es juzgar, alienar, y con eso producir comportamientos dirigidos en todas las áreas, desde el consumo, al tipo de familia contemporánea socialmente correcta.

Diferente de lo que el hombre hace, Dios actúa en el corazón a través de su amor bondadoso y misericordioso, llevando al individuo a obedecer no por coacción, sino por amor, a saber y creer que es aceptado y transformado por Él. Desde lejos el SEÑOR se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia. Jeremías 31:3.

La Biblia no nos ofrece una fórmula de cómo educar a los hijos, sin embargo, nos da la dirección y el modelo de paternidad (Is 48:17; Sl 143:10). Los siguientes factores han afectado significativamente la educación de los hijos en la actualidad: conceptos en relación a la sexualidad (masculinidad y feminidad); crisis entre los roles en el contexto familiar; la creencia de los padres, así como viven en la práctica de la Palabra de Dios; el relativismo en relación a tantos asuntos como: enamoramiento, sexo antes del matrimonio, matrimonio; participación femenina en el mercado de trabajo y consecuente alejamiento del hogar. Otro factor importante es la influencia de la escuela, de los medios (televisión, internet y juegos); la baja calidad y cantidad de tiempo en el relacionamiento con los hijos; tipo de relacionamiento entre los padres; la negligencia de la responsabilidad de la educación de los hijos.

Delante de tantas cuestiones, muchos padres se ven impotentes para tocar en cada uno de los desafíos. De hecho todos nosotros somos incapaces de luchar con cada uno de esos factores, sin embargo, eso nos lleva a otras dos necesidades: La dependencia integral de Dios y de no desistir del compromiso que Dios nos confió. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor. Efesios 6:4.

Como punto de partida debemos considerar como Dios nos enseña en el camino en el cual debemos andar (Dt. 8.5, Hb. 12.7-11); Es importante resaltar que el asunto aquí es de familia. Dios está tratando con hijos. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?  Hebreos 12:7. La disciplina está ligada al discipulado y no al sometimiento. La Paideia (termino griego) no es solamente reprensión y amonestación, sino instrucción que apunta para el crecimiento en virtud. En el sentido de Deuteronomio 6.6-9. Dios está mostrando que la enseñanza sucede a través del relacionamiento directo, intimo y constante.

Dios nos ama y nos educa corrigiendo y disciplinando, pretendiendo en todas las cosas un fin provechoso. Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador1 Cristo Jesús, quien se dio a sí mismo por nosotros, para REDIMIRNOS DE TODA INIQUIDAD y PURIFICAR PARA SI UN PUEBLO PARA POSESION SUYA, celoso de buenas obras. Tito 2:11-14.

Solamente aquellos que experimentan la gracia de Dios pueden ser instruidos por Dios y también instruir a sus hijos. Es necesario que nuestros hijos sean alcanzados por Dios y regenerados en Jesucristo. Como padres, tenemos el privilegio de ser instrumentos en las manos de Dios para eso. La visión de la gracia de Dios en la educación de los hijos no nos llama a dejar a los hijos vivir para si mismos, pero si a cooperar, reconociendo al mismo tiempo, nuestra total dependencia de El. Así dice el SEÑOR, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te enseña para tu beneficio, que te conduce por el camino en que debes andar. Isaías 48:17.

No educamos a los hijos solamente para que puedan vivir en la sociedad, sino para revelar el carácter y la gracia de Dios a ellos. Dejar de discipular a los hijos es olvidar el amor y el poder de Dios para salvarlos.

Dios nos ama, y por amarnos es firme y gracioso con nosotros. Si amamos a nuestros hijos necesitamos ministrarles gracia y verdad. (Jn 1.17; 1 Jn 3.1); Los padres cristianos necesitan preocuparse por el cuidado de sus hijos, no delegando ni a la escuela, ni la empleada o la iglesia, la función de discipular sus hijos. Es tarea de los padres y en especial del padre, ejercer la enseñanza en su casa. Es de la misma manera  que somos enseñados por Dios que podemos enseñar a nuestros hijos – con gracia y verdad. Esto significa responsabilidad y cuidado con los hijos, aun cuando son rebeldes.

Así como nosotros somos imperfectos y erramos muchas veces, nuestros hijos también (Stgo 3.2; Prov. 13.24, 29.15); ¿Cuantos padres exigen tanto de los hijos y no consideran que son tan imperfectos como ellos?. Esa es una característica de la paternidad autoritaria que reprime para evitar la desobediencia. Lo opuesto es paternidad permisiva que siempre quiere evitar el conflicto, haciendo que el hijo se sienta bien. Quien no corrige a su hijo no lo ama; quien lo ama, no duda en disciplinarlo.

Todos nosotros erramos en muchas cosas inclusive nuestros hijos. El término “irreprensible” usado por el apóstol Pablo en Tito 1.6, no quiere decir perfección, sino es un estado de no ser censurable. Es aquel que cuando falla, admite, se arrepiente y pide perdón. Esa es una actitud coherente de aquel que tiene la función de educar.

El niño necesita ser amado (Lc 9.35; 2.52, 18.16; Col 3.21). Durante mucho tiempo la sociedad en general consideraba a los niños como pequeños adultos y no recibían el debido cuidado en su desarrollo físico, emocional e intelectual. Hoy aun, muchos padres no tienen el discernimiento de que sus hijos necesitan sentirse amados, acogidos, protegidos y guardados. Esa es una de las principales causas de los desequilibrios emocionales en los adultos.

Los hijos son bendición del Señor. De acuerdo con la Biblia, los hijos son una bendición que viene del Señor, y recompensa es el fruto del vientre. Salmo 127:3. Sepa que sobre todo, Dios ama más a sus hijos que usted mismo. El quiere la salvación de ellos. A través de ellos Dios te está enseñando y a través de ti quiere ministrar su amor a ellos.

Confiese al Señor su fracaso e incapacidad de educar a sus hijos. Clame por misericordia y busque en el Señor y en su Palabra, la dirección para guiar su familia (Sal 34.18; 51.17). El texto bíblico inicial de este boletín, dice que cuando el niño fuera un adulto no se desviara del camino. Si es así, ¿porque vemos hoy tantos que fueron criados en la iglesia y están “lejos” de Dios? Muchos están en las drogas, alcoholismo, prostitución, marginalidad, o simplemente no quieren nada con Dios. ¿Quién fallo? ¿Dios o los padres?.

Primeramente es fundamental entender que si alguien fue criado en la iglesia y no es nacido de Dios, es lo que sucede. En segundo lugar, Dios no falla, pero nosotros si. Sin embargo, sabemos que Dios es misericordioso con nosotros y con nuestros hijos. Que por la gracia del Padre podamos buscar nuestra suficiencia en El, para educar a nuestros hijos en el camino en que deben andar – ese camino es Jesucristo. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme. Salmos 143:10.

Eric Gomes do Carmo,   es pastor en la Primera Iglesia Bautista de Londrina. Brasil. PIBLONDRINA