Por Glenio Fonseca Paranagua
Aunque, será
preservada a través de su misión de madre, si ella permanece en fe, y amor, y
santificación, con sentido común. 1 Timoteo 2:15
El mes de mayo es dedicado a las madres. Esta fecha es antigua y tiene muchas implicaciones en la formación sana de la familia.
Voy a tratar este tema aquí y ahora con un tono muy particular, hablando de mi propia familia. Se que esto puede parecer un tanto presuntuoso, pero espero que sea edificante para algunos.
La misión mayor que una mujer puede tener en este mundo es la de ser madre. Con esto, no estoy diciendo que esta sea su única misión, porque, hay muchas mujeres que no fueron dotadas con las condiciones de la maternidad.
Aunque, una madre de verdad es cosa rara. En este mundo viejo de tantas contradicciones, vemos que el contingente de las paridoras es mayor que de las criadoras. Muchas solo paren o dan a luz a sus hijos, aunque no los críen con diligencia y afecto. Paren si, pero no paran para plasmar el carácter de sus hijos. Son como incubadoras artificiales en la industria de la procreación.
La tragedia de los relacionamientos pasa, ante todo, por la figura materna. La madre es la matriz de la afectividad. La ausencia de esa madre afectuosa afecta la historia de cualquiera sujeto bajo la sujeción del cambio de favores. Sin afectividad, en el día a día, todos nosotros acabamos desenvolviendo más personas necesitadas que se muestran críticas, celosas, murmurantes y, por encima de todo, manipuladoras.
La figura materna es el principal personaje en la construcción de nuestra vida emocional. Una madre equilibrada y afectiva es la mayor influencia que podemos tener al servicio de nuestros sentimientos más saludables. La pobreza de afecto está, sin duda alguna, ligada al relacionamiento empobrecido con la madre.
Por ejemplo, voy a exponerme un poco en relación a mi familia: mi madre fue una mujer sabía que tenía afectos, pero no sabía, por alguna razón, ser afectuosa. Ella fue una persona que cuidó de sus hijos con atención, sin embargo, era de poca afectividad. Esto nos hizo limitados en la vida afectiva. A mí modo de ver, todos sus hijos tienen alguna deficiencia en esta área. Falta de afectividad.
A pesar de mi pobreza afectiva, herencia materna, quiero presentar aquí, en este estudio, algunas lecciones prácticas de mi madre, así como de mi suegra. Ellas fueron mujeres y madres sabias que me transmitieron buenos contenidos. Además de sus enseñanzas valiosas yo tuve en ellas ejemplos de gran significado, pues fueron personas marcantes en mi historia.
Primera lección de mi madre: “Quién hace el bien, para sí es; quién hace el mal, para sí es”. Esta es la ley de la siembra y de la cosecha. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Gálatas 6:7. El bien que usted planta, vuelve para usted mismo, y el mal que disemina para los otros acaba cayendo en su propia cabeza. Es un bumerán clásico.
El apóstol Pablo fue aun más incisivo cuando afirmo: Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. Gálatas 6:8.
Esta es una ley implacable. No hay concesiones, pero tampoco es una cuestión de castigo, es sólo una consecuencia. Nadie siembra cebada y cosecha maíz. Por eso, necesitamos plantar el bien. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9.
No se olvide que el bien que haga vendrá a crecer en su jardín y el mal que intenta contra los otros volverá para su propia vida y aún para su prole.
Segunda lección: “El envidioso nunca medro, ni quién cerca de él vivió”. Medrar es prosperar. El envidioso no prospera y atrapa a quien estuviera cerca. Aunque tenga algún patrimonio, su alma es mezquina, mientras vegeta entre los espinos espinosos del éxito ajeno. Él no va para adelante y se queda impidiendo a los otros caminar. Vive llorando. Por eso, huye de ellos, mientras sea tiempo.
La envidia es la causa de la conspiración de las tinieblas. Es un mundo de la iniquidad. Es el origen del partidismo y de las divisiones facciosas. Es la razón de las disputas entre los despechados. Mire esta paráfrasis: Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas. Santiago 3:16.
Vivir a la sombra del envidioso es lo mismo que trabajar arduamente en la boca caliente de un horno ardiente, siendo consumido por el calor escaldante de esas llamas que queman impetuosas en su íntimo incendiado por el deseo de ser lo que el otro es. Cruel es la furia, y arrolladora la ira, pero ¿quién puede enfrentarse a la envidia? Proverbios 27:4. Quédate fuera de la presencia del envidioso.
Tercera lección: “Quién no tiene paciencia, no cocina piedra, ni llega en el cielo”. Paciencia es fundamental en la culinaria de las canteras. Hacer sopa de piedra es más fácil que la peregrinación rumbo a la Nueva Jerusalén.
Paciencia no es cosa de la post-modernidad. Vivimos hoy en la cultura de la lechuga. Casi nadie quiere saber de plantar roble, ni cultiva la paciencia. Pero, si quisiéramos ver el bello paisaje que queda de otro lado de la tumba, tenemos que aprender a cultivarla, de verdad, aquí en esta tierra. Pero ¿cómo pueden ustedes atribuirse mérito alguno si soportan que los maltraten por hacer el mal? En cambio, si sufren por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios. 1 Pedro 2:20.
La cuarta lección fue para un adolescente que salía de la casa, en el interior del Piauí, para estudiar en la ciudad grande de Río de Janeiro. “Hijo, nosotros nos vamos a separar, pero los ojos de Dios estarán siempre cuidando de ti”.
Esta ha sido una de sus mayores lecciones. Saber que es el Padre quien cuida del hijo y el Señor del siervo. Porque el Señor mira con buenos ojos a los justos y sus oídos están atentos a sus oraciones, pero mira con indignación a los que hacen el mal." 1 Pedro 3:12.
Nada mejor que tener sus ojos puestos en aquel que tiene sus ojos depositados en ti. He aquí, los ojos del SEÑOR están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar su alma de la muerte, y conservarlos con vida en tiempos de hambre. Salmo 33:18-19.
Ahora yo quiero citar dos lecciones importantes de mi suegra. Ella también fue una madre para mí, además de una mujer muy sabia. No toda suegra es suegra.
Su primera lección fue: “El día del beneficio es la víspera de la ingratitud”. O sea, usted hace el bien hoy a alguien que a ti te importa y, mañana, este te da el intercambio actuando como un ingrato. Fue así con Jesús y los diez leprosos. El curó a todos, pero sólo uno volvió para agradecer. El beneficio fue pago a puntapiés.
Parece que esta proporción del 10% encontrada en el tiempo de Jesús se hizo aún más rara los tiempos actuales. Lo que vemos más hoy en día es gente que fue favorecida respondiendo con patada. Paga el bien con el mal.
Veo en este texto, la actualidad retratada por el apóstol Pablo en el primer siglo. Nada inusual, ¿no?. Pero debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios; teniendo apariencia de piedad, pero habiendo negado su poder; a los tales evita. 2 Timoteo 3:1-5.
Segunda lección: “Trate a su supuesto amigo hoy, como si el mañana viniera a ser su mayor enemigo”. Esta es una regla básica a causa de gente pequeña. No cuente nada de su vida personal; todo aquello que su “mal amigo” pueda usar contra usted, cuando se vuelva su enemigo favorito.
Considere este proverbio bíblico: El hombre de muchos
amigos se arruina, pero hay amigo más unido que un hermano. Proverbios 18:24. Este amigo aquí es
raro y está vinculado a la vida de Cristo.
Aunque, en el mundo de los inmundos hay sólo un paso entre el amor y el odio. Pero, en la congregación de los alcanzados por la gracia no hay secreto, ni miedo, ni la más pequeña preocupación con la opinión de quienquiera que sea, una vez que toda nuestra historia se encuentra sustituida por la vida de Cristo.
Esa es una lección importante para mantenernos fuera de la mira de los hombres indiscretos, pero delante de las miradas del Padre de las misericordias. Confiese todos sus pecados a Dios y sus errores personales, sólo a quién usted haya ofendido, si esta fue la orientación clara del Espíritu Santo de Dios.
No se quede encarcelado por sus confesiones hechas a quién no tiene la menor condición de liberarlo de la culpa. Nunca se haga esclavo de secretos y no deje ser dominado por el poder del voto o del veto de quienquiera que sea.
Esa manía de confesor por detrás de las cortinas es una idolatría de la autojustificacion y la perpetuidad de un sistema antigracia mantenido por la religión sucia de la severidad esclavizante de la meritocracia. Usted fue liberado para vivir en la plena libertad de la gracia plena. Desde que Cristo pagó el precio de su redención, viva de tal manera que nadie pueda colocar cabestro en su cabeza.
Queda aquí, en este texto, mi homenaje de gratitud a estas dos madres que, de modo práctico, marcaron profundamente mi caminata cristiana. Espero que vosotros, madres, también aprendan con estas seis lecciones objetivas a vivir con más sabiduría, a fin de educar a sus hijos para la gloria de Dios. Amén.
Glenio Fonseca Paranagua es Pastor de la Primera Iglesia Bautista en Londrina - Parana Brasil, para ver más sobre el aqui