3 de diciembre de 2015

EL EVANGELIO Y LA ADORACION

Adoración
Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; Contaré todas tus maravillas. Me alegraré y me regocijaré en ti; Cantaré a tu nombre, oh Altísimo. Salmo 9.1,2



La confesión del Salmo 9.1,2 revela una acción verbal que sucede repetidas o prolongadas veces, motivada por una causa presente y continua (v.4), es decir, el carácter de Dios. Porque has mantenido mi derecho y mi causa; Te has sentado en el trono juzgando con justicia. Salmo 9.4.

Un ejemplo similar es citado por el profeta Habacuc 3: 17-18 –
Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación.


Una noticia de que alguien desapareció y fue encontrado trae mucha alegría. La noticia de que usted gano un concurso; que su equipo fue ascendido a la segunda división; que un ser querido se curó del cáncer y otras noticias de este tipo traen mucha alegría, pero estos aunque importantes, son pasajeros. ¿Cuál es su reacción a la noticia de que estaba condenado a la muerte eterna, pero por la misericordia fue liberado de esa condenación? ¿Cuál es su reacción a la noticia de que si no fuera por la misericordia de Dios, hoy por la mañana usted estaría fulminado?


La buena noticia del Evangelio de Jesucristo es exactamente este: Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Lucas 15.32. Una cosa sé: que yo era ciego y ahora veo. Juan 9.25b. La adoración cristiana es el fruto de la acción del evangelio de Jesucristo en la vida cotidiana de un hijo de Dios; Es fruto de una relación de amor de un hijo con el Padre.






Henri Nouwen dijo: “Sólo podemos celebrar si hay algun presente que merezca ser celebrado”. Aquí hay dos palabras importantes, celebrar y presente. No podemos celebrar cuando hay descontento o murmuración, asi como cuando no hay un motivo claro en mente.


Cuando alguien es regenerado por Jesucristo, una gran alegría llena su corazón y es normal ver la actitud de querer convencer a todos de que necesitan nacer de nuevo. Hay mucha alegría, alabanza y deseo de hablar del Evangelio y de las maravillas de Dios a los demás. El corazón está lleno de gratitud y considerar el amor de Dios es algo casi intermitente.


Sin embargo, después de un tiempo, algo sucede y ese fervor y sed disminuye. Parece que la rutina toma el lugar de los momentos de adoración, alabanza, acción de gracias y la lectura de la Palabra. ¿Qué sucedió? ¿Qué hace a una nueva criatura desfallecer en la intimidad con Dios?


Michael Horton dijo: “por naturaleza no pensamos que nacemos en pecado, muertos espiritualmente, impotentes e incapaces de mover un dedo para salvarnos o impresionar a un Dios santo”. El Evangelio de Jesucristo revela la verdad de que la salvación pertenece al Señor y no a nosotros. Una persona convencido por el Espíritu Santo, es tomada por un profundo sentido de miseria que lleva al arrepentimiento y fe en Jesucristo. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Romanos 1.16-17.


Parece que muchos cristianos hoy en día son como los de Galacia a quien Pablo escribió. Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Gálatas 1.6-7.


La “fatiga religiosa” podría llevar a cualquier a desalentar en la caminata cristiana. Pero ¿cuál es la causa? Una de las causas es la decepción con Dios. Cuando quiero que mi voluntad sea hecha en lugar de la de Dios; cuando yo establezco mi justicia en lugar de la justicia de Cristo; cuando quiero hacer mis obras en lugar de las obras de Dios, poco a poco perderé la alegría del Evangelio, la alegría de la vida de Cristo.

Cuando establezco mi religión, yo mismo debo actuar para sostenerla. Como no puedo mantener una fe en mí mismo, porque yo no soy Dios, tengo mis expectativas frustradas.



La rebeldía es el movimiento contrario a la misericordia de Dios. Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento …  también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!  Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos … y lo cocía en caldera o hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo. Números 11: 1-8.


La falta de gratitud, la murmuración y la calumnia están ligadas a la justicia propia, ese sentimiento de que Dios no está siendo justo o tan bueno conmigo, ya que me lo merezco. No hay reconocimiento de la misericordia y gracia de Dios y por eso decido andar por cuenta propia. El daño está hecho y Dios va a tratar conmigo en mi arrogancia. Pero yo cantaré de tu poder, Y alabaré de mañana tu misericordia; Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia. Salmo 59.16.


El Evangelio es la noticia diaria y siempre actual, de que no depende de nosotros nuestra salvación, pues si dependiese estaríamos en un callejón sin salida, siendo atacados por las bestias salvajes. El Evangelio es la noticia diaria y siempre actual de que la muerte fue vencida (1 Corintios 15:54); de que el certificado de deuda que estaba en contra de nosotros fue cancelado (Col. 2:14); de que ahora vivimos para Jesucristo (2 Corintios 5:15).

El Evangelio no es un conjunto de reglas y buenos consejos para conducirnos y comportarnos delante de la sociedad. El Evangelio es Cristo en el espíritu, en el alma y en el cuerpo. No se trata de un comportamiento adecuado en los parámetros de la sociedad, sino es tener el carácter de Cristo en todo lo que hacemos.


¿Cuál es la relación del Evangelio con la adoración? Es a que nadie que no haya recibido esa buena noticia con fe y alegría puede adorar a Dios. Sólo puede postrarse y adorar aquel que recibió la Vida en su interior; aquel que fue rescatado de la muerte por Jesucristo; aquel que murió y resucito con Cristo.


La adoración es el fruto de la intimidad y profundo sentido de la misericordia de Dios. La adición de cualquier recurso humano al poder del Evangelio es un gran engaño, es insostenible e ineficaz, tanto en la salvación cuanto en la santificación.


La adoración y la celebración de la nueva criatura, tiene relación con la obra de la salvación graciosa y misericordiosa de Dios en Cristo Jesús y no con nuestras propias obras. Nuestras obras nos llevan a la fatiga y falta de fe, pues nos decepcionamos con nuestro fracaso, y hallamos que Dios ya no se preocupa por nosotros.

El Evangelio sigue anunciando que el salvo por Jesucristo es un indigno, necesitado de la misericordia de Dios todos los días. Sin embargo, nuestros sentidos militando contra el Espíritu apuntan a nosotros mismos como autosuficientes.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Gálatas 5.17-18.


El Espíritu Santo sigue mostrando el Evangelio y este, apunta a la misericordia de Dios llevándome a adorarlo y quererlo más. Sin embargo, no siempre mis ojos están fijos en Jesucristo. Cuando esto sucede, mi visión es limitada, la alegría se va, el descanso se va, la decepción y el desaliento se instalan.



Cuanto más llena de sí mismo una persona estuviera, ella hablara más de si y menos del Evangelio y de las maravillas de Dios. Un hermoso discurso o una predicación doctrinal evangélica no garantiza que el Evangelio de Cristo sea una realidad en la vida de uno. El otro día alguien me dijo que Adolf Hitler era cristiano. Inmediatamente le respondí y dije: “hay una profunda diferencia entre decirse cristiano y ser cristiano. Muchos no se dan cuenta de eso”.



Es común en nuestros días ver personas que profesan ser cristianos, ir a las reuniones, ofrendar, cantar e incluso levantar las manos, pero viven su vida privada completamente opuesto al Evangelio, sin la piedad del Evangelio. Es como si Jesucristo fuese una chaqueta para ser usada ​​sólo al entrar a un evento religioso.


Una vida doble que coquetea entre la muerte y la vida, esta en la muerte y no en la vida. Si separamos el Evangelio de Jesucristo en actos públicos y esfera privada, andaremos en el engaño y no en espíritu y en verdad. Si añadimos cualquier cosa al Evangelio, no sera mas el Evangelio genuino, sino obras de la carne. Será el “YO” queriendo producir una adoración corrompida a un dios falso.


El Evangelio es la expresión de la vida de Cristo, donde menos se espera; en las cosas más simples de nuestro día a día. Por lo tanto, es posible adorar a Dios en las pequeñas cosas o circunstancias de nuestra vida. El Evangelio es el poder de Dios se manifiesta en nuestro cuerpo. Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 2 Corintios 4:10.


¿Será que nuestra adoración personal y colectiva, ha sido el fruto de gratitud por la misericordia y la gracia de Dios para con cada uno de nosotros? ¿Sera que hemos amado profundamente a Dios al punto de despojarnos de nuestros supuestos derechos y voluntades, deseando la obra de la Cruz en nosotros día a día? ¿Estamos tratando de hacer encajar a Dios en nuestro estilo de vida o estamos sometidos a su señorio en adoración?


Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe. Filipenses 3.7-9.


 
Eric Gomes do Carmo es Pastor en la Primera Iglesia Bautista en Londrina. Para ver el mensaje en video aqui.