Pablo y el contentamiento |
Glenio Fonseca Paranagua
Pablo era un hombre contento, pero no un
hombre resignado a la fatalidad. El era dirigido por la soberanía graciosa de
Dios y no por la estupidez desvariada de un destino inevitable. Su visión de
los acontecimientos era configurado por la suprema voluntad de Dios y nunca por
los meros privilegios de la fortuna o por el ocaso vulgar y fortuito del
destino, por eso, el se regocijaba en los aplausos del éxito como en el luto de
una calamidad tremenda.
La persona contenta no se encuentra
aprisionada por el conformismo de una coyuntura rígida ni entorpecida por la ilusión
de las meras aspiraciones. Contento, desde el punto de vista cristiano, es la descripción
de aquel que mirando para adentro de si mismo, ve la fuente de su satisfacción
en la suficiencia de Cristo que reside en su interior, de modo que no necesita
depender de sustitutos externos y pasajeros.
El apóstol Pablo dice que el aprendió a vivir
contento. Eso significa que hubo un tiempo en que él no era tan contento. El
verbo aprender en griego tiene un sentido de asimilar en la experiencia.
Luego, su contentamiento espiritual no era algo que hubiese experimentado desde
su conversión. El necesito pasar por algunas pruebas difíciles, soportando
situaciones críticas, a fin de aprender las lecciones del contentamiento.
Nadie aprende a vivir contento en cualquier
circunstancia sin pasar por las situaciones más contrastantes y absurdas tanto
en la plenitud como en la penuria. Tanto la abundancia como la escasez hacen
parte del equilibrio u homeostasis del contentamiento. La autarquía, es decir,
un gobierno con autosuficiencia, que es el significado de la palabra
contentamiento en la lengua griega, señala a un sistema de abastecimiento que
nunca se agota delante de las necesidades.
Para Pablo, la fuente de su contentamiento
era la suficiencia de Cristo. El no vivía en la vinculación de una potencia que
se desgastaba, sino, como la zarza ardiente en el desierto, que depende del fuego
del Espíritu que quema sin consumir la madera. La autosuficiencia de Pablo era
solo una suficiencia de lo alto que lo hacia, de hecho, pleno de satisfacción.
Por eso, este alumno incansable del contentamiento, se hizo uno de los más eficientes maestros de este tema. Él no fue solo un discípulo ejemplar en esa universidad, sino también fue su más ilustre docente. En una de sus clases sobre el asunto, Pablo muestra que la piedad cristiana es altamente rentable, ya que está asociada al verdadero contentamiento. “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. 1 Timoteo 6.6