Dios será siempre
visto en los aposentos intimos de sus hijos, pero nunca en esos palcos visibles
de ese grupo que se exibe. Un
amigo me envió esta frase: – “No es mi pecado que me impide orar. Es mi justicia”. Dio justo en el blanco. No
es nuestro fracaso, sino la arrogancia que nos lleva al reclinatorio. La debilidad nos conduce a la dependencia;
pero la soberbia al
podio.
La mayoría de los pecados son contra la ley de Dios, pero la justicia propia es siempre contra
la soberanía de Dios. Ella
construye la autonomía humana – la autodeterminación y la independencia que nos
opone a Dios para vivir por cuenta propia. En
ese habitar de la autosuficiencia no tenemos apetito para orar, ya que nos bastamos
y nos adoramos a nosotros mismos.
Mi nieto vino antes
de hora, prematuro. Madrugo temprano
para salir luego con ocho semanas de antelación. Frágil,
con funciones respiratorias aún por madurar, necesito UTI (Unidad de Terapia
Intensiva) pediátrica. Su
permanencia en la incubadora me hizo pensar en la dependencia de la gracia. Si no fuesen por
los cables y dispositivos el no sobreviviría. La
Palabra de Dios y la oración son los cables de la fe en la UTI. Los
hijos del Altísimo son de cierta forma, eternos prematuros.
“Usted aprende su teología principalmente en lugares donde sus tristezas lo llevan”, fue lo que dijo Martín Lutero. Es nuestra debilidad que abre la puerta de la confianza. La fe es un medio por el cual las debilidades del hombre se apoderan del poder omnipotente de Dios.
Cristiano soberbio
es una contradicción en los términos. Si
es soberbio no es un cristiano, pero, si es cristiano, será un mendigo de la
gracia. Es la astenia que nos lleva a
la dependencia. Sólo puede orar,
de hecho, quien no tiene fuerza para trabajar. Si tuviera
fuerza propia, despreciara el poder del Altísimo. Gente altiva
nunca se compromete con la vida de oración.
La iglesia de
Laodicea es una prueba de la soberbia. Ella se
basta. El
grupo pretencioso nunca aparece en las trincheras de la oración, pues quedara expuesta
a la debilidad de su alma delante su público – la multitud que es usada para
retroalimentar esa presunción de la independencia.
John Milton dijo
que “los mártires han sacudido a los
poderes de las tinieblas con la fuerza irresistible de la debilidad”. Pablo afirma que “el
poder se perfecciona en la debilidad”. Cuanto
más débiles fueramos en el reino de Dios, más dependientes de la suficiencia
del Todopoderoso.
La llegada de nuestro
nieto prematuro nos graduo en la escuela preciosa de los abuelos y en la universidad
feliz del contentamiento en medio de las aflicciones. Ha sido una
experiencia única de los aprendices de la gracia. Nada
puede ser más eficaz para promover nuestra confianza en lo Alto que la limitación
de nuestra autoconfianza. ¡La
debilidad irresistible!
En el perímetro
de la gracia no hay ganancia sin dependencia total de la voluntad soberana de
Dios. Mendigos,
si Dios está en control de la vida, son preferibles las aflicciones santas que
cualquier placer profano. Tiempos
de sufrimiento para los hijos de Abba son las estaciones de la cosecha.
Del viejo
mendigo del valle estrecho.
Glenio Fonseca Paranagua. Pastor de la Primera Iglesia Bautista en Londrina. Más referencias aqui.