30 de julio de 2015

En la UTI de la Fé


Dios será siempre visto en los aposentos intimos de sus hijos, pero nunca en esos palcos visibles de ese grupo que se exibe. Un amigo me envió esta frase: –  “No es mi pecado que me impide orar. Es mi justicia”. Dio justo en el blanco. No es nuestro fracaso, sino la arrogancia que nos lleva al reclinatorio. La debilidad nos conduce a la dependencia; pero la soberbia al podio.

La mayoría de los pecados son contra la ley de Dios, pero la justicia propia es siempre contra la soberanía de Dios. Ella construye la autonomía humana – la autodeterminación y la independencia que nos opone a Dios para vivir por cuenta propia. En ese habitar de la autosuficiencia no tenemos apetito para orar, ya que nos bastamos y nos adoramos a nosotros mismos.

Mi nieto vino antes de hora, prematuro. Madrugo temprano para salir luego con ocho semanas de antelación. Frágil, con funciones respiratorias aún por madurar, necesito UTI (Unidad de Terapia Intensiva) pediátrica. Su permanencia en la incubadora me hizo pensar en la dependencia de la gracia. Si no fuesen por los cables y dispositivos el no sobreviviría. La Palabra de Dios y la oración son los cables de la fe en la UTI. Los hijos del Altísimo son de cierta forma, eternos prematuros. 



“Usted aprende su teología principalmente en lugares donde sus tristezas lo llevan”, fue lo que dijo Martín Lutero. Es nuestra debilidad que abre la puerta de la confianza. La fe es un medio por el cual las debilidades del hombre se apoderan del poder omnipotente de Dios.


Cristiano soberbio es una contradicción en los términos. Si es soberbio no es un cristiano, pero, si es cristiano, será un mendigo de la gracia. Es la astenia que nos lleva a la dependencia. Sólo puede orar, de hecho, quien no tiene fuerza para trabajar. Si tuviera fuerza propia, despreciara el poder del Altísimo. Gente altiva nunca se compromete con la vida de oración.

La iglesia de Laodicea es una prueba de la soberbia. Ella se basta. El grupo pretencioso nunca aparece en las trincheras de la oración, pues quedara expuesta a la debilidad de su alma delante su público – la multitud que es usada para retroalimentar esa presunción de la independencia.

John Milton dijo que “los mártires han sacudido a los poderes de las tinieblas con la fuerza irresistible de la debilidad”. Pablo afirma que “el poder se perfecciona en la debilidad”.  Cuanto más débiles fueramos en el reino de Dios, más dependientes de la suficiencia del Todopoderoso.

La llegada de nuestro nieto prematuro nos graduo en la escuela preciosa de los abuelos y en la universidad feliz del contentamiento en medio de las aflicciones. Ha sido una experiencia única de los aprendices de la gracia. Nada puede ser más eficaz para promover nuestra confianza en lo Alto que la limitación de nuestra autoconfianza. ¡La debilidad irresistible!

En el perímetro de la gracia no hay ganancia sin dependencia total de la voluntad soberana de Dios. Mendigos, si Dios está en control de la vida, son preferibles las aflicciones santas que cualquier placer profano. Tiempos de sufrimiento para los hijos de Abba son las estaciones de la cosecha.

Del viejo mendigo del valle estrecho.

Glenio Fonseca Paranagua. Pastor de la Primera Iglesia Bautista en Londrina. Más referencias aqui.