"God is my co - pilot" |
Por Julio Cesar Lucarevski
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Juan 6:28.
En Boston, en el
restaurant Hard Rock Cafe, usted puede observar muchos objetos y colecciones
que pertenecieron a las bandas más famosas del rock internacional. En el área
de los Rolling Stones, lo que más llamó mi atención fue ver a un coche que
cuelga en la altura del techo, saliendo de la pared con las siguientes palabras
en la placa: “God is my Co-pilot”, es decir, “Dios es mi copiloto”. Esto
refleja la mentalidad religiosa de nuestros días, donde el hombre es
el protagonista de su propia espiritualidad.
El expresión “deísta
moralista terapéutico” fue creado por el sociólogo Christian Smith para
describir el comprensión actual que los jóvenes estadounidenses han alimentado
de Dios. El investigo durante cinco años, la visión religiosa de los
adolescentes de los Estados Unidos, y publicó sus conclusiones en su libro
“Investigando el Alma” (Soul searching: the religious and spirituals lives of
american teenagers) publicados por la Oxford University Press. El resultado fue
ver que esta visión está lejos de la cosmovisión bíblica.
El “deísmo moralista
terapéutico” ya es una realidad también en America Latina y se puede definir
como: “la creencia de que Dios bendice y lleva al cielo a las personas “buenas
y sinceras” que tratan de vivir una vida decente aquí en la tierra (moralismo).
Otro aspecto sería que la cosa más importante de la vida es sentirse bien,
estar en paz con uno mismo y ser feliz (terapéutico). Y, finalmente, el “deísmo”
en el que Dios no necesita estar involucrado en nuestra vida, es decir, Él no
es un Dios personal. Excepto en los momentos de aprieto, cuando Él se acerca y nos
“auxilia”.
En esta visión de mundo
el “yo” es el protagonista y no Dios. Se trata de una espiritualidad centrada
en el “falso yo” y se caracteriza por la auto-realización y auto-satisfacción,
en lugar de la verdad y de la Gloria de Dios. Esto contradice directamente con
el modelo de espiritualidad de Cristo Jesús del vaciamiento, renuncia y
dependencia del Padre. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús, ... hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2: 5-8.
En esta perspectiva
bíblica quien se convierte en el centro es el Autor de la vida. El cambio de
eje de nuestro yo a Cristo se hace posible por causa de nuestra unión en la
muerte y resurrección de Cristo. Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste,
entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Colosenses 3:3-4. Jesucristo es el modelo y la
fuente de la verdadera espiritualidad.
Sin embargo, como raza
caída, a nosotros nos gusta más “subir” en lugar de “descender”. Mas de
“figurar” que “detrás del escenario”, mas de “elogios” en lugar de “críticas”. Somos
“hacedores” por naturaleza. Tratamos de demostrar que podemos ser aceptados por
Dios o por otros por nuestra eficiencia. Así que, muchos de nosotros, tanto en
la experiencia de la salvación como en la jornada de la santificación, tendemos
a depender de esta misma dinámica poco saludable de esfuerzo y de la ocupación,
en lugar de confiar en la gracia de Dios. ¿Por qué sucede esto?
Fue precisamente esta
pregunta que una multitud hizo a Jesús en Juan 6. Puede ser que su respuesta lo
sorprenda: Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras
de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el
que él ha enviado. Juan 6:28-29. Ellos
preguntaron qué debían hacer para tener una vida que agrada a Dios, sin
embargo, Jesús rotundamente responde que la obra de Dios es creer en el Hijo de
Dios.
Henry Nouwen cuenta que
tuvo que abandonar el entorno de la Universidad de Harvard para ir a vivir a
una comunidad de personas con numerosas limitaciones y deficiencias en Canadá,
para descubrir su verdadera identidad en Cristo. El necesito salir del ambiente
de expectativas que retroalimentaban su “falso yo”, para aprender la gran
lección que cambiaría su vida por completo.
También se dio cuenta
que los deseos naturales de los discípulos de Jesús de ser relevantes,
populares y controladores, podrían estar escondiendo heridas y problemas
personales no resueltos. Nouwen encontró que en nuestro mundo contemporáneo
marcado por los valores de éxito, eficiencia y control, los discípulos de Jesús
siempre tendrán que hacer frente con las tres tentaciones que Jesús enfrentó.
Del éxito a la
vulnerabilidad.
La primera prueba que
enfrentó Jesús fue la tentación de ser relevante, es decir, la necesidad de
hacer alguien de gran impacto. En Mateo 4.3 leemos: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres
Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan. Cuando nos deparamos con las grandes necesidades
de la humanidad, tenemos el reto de tratar de transformar la realidad y
fortalecer nuestra identidad a partir de nuestros propios logros.
El llamado de Pedro a la
misión después de la resurrección de Jesús, nos da pistas a un nuevo estilo de
vida como cristianos en el mundo. Pedro también enfrentó el problema de la
necesidad de ser útil, de ser reconocido y de tener autonomía. Al negar a Jesús
tres veces, su fracaso quedo evidente. Después de su resurrección, Jesús vino a
restaurar el corazón de Pedro, su identidad y su camino. Por tercera vez, Jesús
le preguntó: Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se
entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor,
tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De
cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde
querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te
llevará a donde no quieras … Y dicho esto, añadió: Sígueme. Juan 21: 17-19.
El llamado del discípulo
de Jesús es un llamado a vivir como seguidor y no como maestro. Cuando estamos
dispuestos a dejar que Dios trate con nuestros propios males, conseguimos identificarnos
con los demás en sus penas y necesidades. Ofrecemos al mundo no nuestro éxito o
suceso, sino nuestro “yo vulnerable”, para que otros puedan ser llevados hasta
aquel que es llamado “herido de Dios”. Mas él herido fue por nuestras rebeliones,
molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su
llaga fuimos nosotros curados.
Isaías 53: 5.
En el corazón del Dios
encarnado no hay requisitos, deseos por resultados, falsas expectativas y la
exclusión. Él ofrece el incondicional e ilimitado amor, el amor verdadero, que
el evangelista Juan llama el Primer Amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero. 1 Juan 4:19.
El gran problema es que nosotros
humanos enraizamos las raíces de nuestra identidad en el segundo amor. El
segundo amor es el amor de la afirmación, el afecto, la simpatía, el soporte y
el aliento que hemos recibido de nuestros primeros cuidadores, padres,
familiares, maestros u otros como esposas y amigos. Este es un amor limitado,
roto y muy frágil. Detrás de muchas expresiones de este segundo amor siempre
existe la posibilidad de rechazo, el abandono, el castigo, la violencia y la
traición. Sin embargo, las buenas noticias del Evangelio, no dejan duda de que
el Primer Amor, el amor del Padre, es lo que realmente define nuestra verdadera
identidad.
De los resentimientos al perdón
Este autor sigue
mostrando que la segunda tentación de Jesús fue su propuesta de ser “popular”. y le
dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden; Lucas 4: 9-10. El
discípulo es tentado constantemente a buscar el reconocimiento y recibir aplausos
por causa de sus logros personales.
Por causa del fuerte
valor de la competitividad de la sociedad contemporánea cada vez más predomina
dentro de las iglesias el individualismo. A menudo el discípulo se olvida que
está llamado a vivir en una comunidad espiritual. Su vocación no es heroísmo
individualista como muchos piensan, sino vivir en un relacionamiento de
dependencia con Dios y de interdependencia con los miembros de la familia de
Dios.
La vida en comunidad no
es nada fácil. Inevitablemente nos enfrentamos con la competición, con la
indiferencia o con la falta de confianza que resulta en relacionamientos
superficiales. Entonces, ¿cuál será el camino para la liberación de heroísmo
individual?
El camino de la cruz a
través de la confesión de los pecados y el perdón. Sólo el ofrece la
posibilidad de construir una comunidad basada en la gracia, con la práctica
intencional de la confesión y del perdón mutuo. Mientras que la confesión es la
manera de asumir nuestra vulnerabilidad, el pedir perdón crea un espacio para
la reconciliación y para la presencia curadora de Jesús. Pero
si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7.
De liderar a ser
liderado
La tercera tentación es
la búsqueda del poder y el control. El diablo lo llevó a un lugar alto y le
mostró en un vistazo todos los reinos del mundo. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le
mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti
te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; … Lucas 4:5-6. Desde que la serpiente inyecto en
nuestros primeros padres la posibilidad de que se conviertan como Dios (Gn 3),
tenemos la tentación de sustituir el amor por poder. ¿Por qué el poder se hace
tan irresistible? ¿Por qué es más fácil ser Dios, que amar a las personas, y
más fácil mantener la vida del “yo” que la vida sobrenatural del amor.
De hecho, el discípulo
necesita de una conciencia permanente de una mente que se renueva todos los
días por la Palabra de Dios. Pensar con la mente de Cristo e interpretar todas
las cosas a partir de la cruz. Tansformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta. Romanos 12: 2. El pensar
espiritual hace al discípulo discernir espiritualmente, la acción de Dios en el
mundo y cuál es su dirección a nuestras vidas.
El verdadero
cristianismo no hace concesiones a la actual propuesta de la religiosidad
“deísta moralista terapeutica”. Estoy de acuerdo con C.S. Lewis cuando dice,
“si usted está buscando una religión que lo deje confortable, definitivamente
yo no le aconsejaría el cristianismo”. Ya que el cristianismo no se trata del
reino personal del yo, sino del Reino de Dios. Estamos llamados a ser parte de
algo mucho mayor que nosotros mismos.
Realizar las obras de
Dios en primer lugar significa un posicionamiento de rendición y confianza en
Jesucristo. Sin embargo, no es una fe pasiva, sino activa por la vida
resucitada de Cristo en nosotros y dinamizada por el poder del Espíritu Santo. Por
medio de un posicionamiento continuo a través de una fe, nos ponemos en manos
del Alfarero Divino. A través de un proceso gradual, que nos transforma en un vaso
para su propia honra, útil y preparado para toda buena obra. Mas
yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú
eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos. Salmo 31: 14-15.
Julio Cesar Lucarevski, es pastor en la Primera Iglesia Bautista de Londrina. Ver el mensaje predicado el dia domingo 22/11/2015 aqui.