24 de noviembre de 2015

ESPIRITUALIDAD CRISTOCENTRICA

"God is my co - pilot"
Por Julio Cesar Lucarevski
 
Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Juan 6:28.

En Boston, en el restaurant Hard Rock Cafe, usted puede observar muchos objetos y colecciones que pertenecieron a las bandas más famosas del rock internacional. En el área de los Rolling Stones, lo que más llamó mi atención fue ver a un coche que cuelga en la altura del techo, saliendo de la pared con las siguientes palabras en la placa: “God is my Co-pilot”, es decir, “Dios es mi copiloto”. Esto refleja la mentalidad religiosa de nuestros días, donde el hombre es el protagonista de su propia espiritualidad. 

El expresión “deísta moralista terapéutico” fue creado por el sociólogo Christian Smith para describir el comprensión actual que los jóvenes estadounidenses han alimentado de Dios. El investigo durante cinco años, la visión religiosa de los adolescentes de los Estados Unidos, y publicó sus conclusiones en su libro “Investigando el Alma” (Soul searching: the religious and spirituals lives of american teenagers) publicados por la Oxford University Press. El resultado fue ver que esta visión está lejos de la cosmovisión bíblica.

El “deísmo moralista terapéutico” ya es una realidad también en America Latina y se puede definir como: “la creencia de que Dios bendice y lleva al cielo a las personas “buenas y sinceras” que tratan de vivir una vida decente aquí en la tierra (moralismo). Otro aspecto sería que la cosa más importante de la vida es sentirse bien, estar en paz con uno mismo y ser feliz (terapéutico). Y, finalmente, el “deísmo” en el que Dios no necesita estar involucrado en nuestra vida, es decir, Él no es un Dios personal. Excepto en los momentos de aprieto, cuando Él se acerca y nos “auxilia”.

En esta visión de mundo el “yo” es el protagonista y no Dios. Se trata de una espiritualidad centrada en el “falso yo” y se caracteriza por la auto-realización y auto-satisfacción, en lugar de la verdad y de la Gloria de Dios. Esto contradice directamente con el modelo de espiritualidad de Cristo Jesús del vaciamiento, renuncia y dependencia del Padre. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, ... hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2: 5-8.

En esta perspectiva bíblica quien se convierte en el centro es el Autor de la vida. El cambio de eje de nuestro yo a Cristo se hace posible por causa de nuestra unión en la muerte y resurrección de Cristo. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Colosenses 3:3-4. Jesucristo es el modelo y la fuente de la verdadera espiritualidad.

Sin embargo, como raza caída, a nosotros nos gusta más “subir” en lugar de “descender”. Mas de “figurar” que “detrás del escenario”, mas de “elogios” en lugar de “críticas”. Somos “hacedores” por naturaleza. Tratamos de demostrar que podemos ser aceptados por Dios o por otros por nuestra eficiencia. Así que, muchos de nosotros, tanto en la experiencia de la salvación como en la jornada de la santificación, tendemos a depender de esta misma dinámica poco saludable de esfuerzo y de la ocupación, en lugar de confiar en la gracia de Dios. ¿Por qué sucede esto?

Fue precisamente esta pregunta que una multitud hizo a Jesús en Juan 6. Puede ser que su respuesta lo sorprenda: Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. Juan 6:28-29. Ellos preguntaron qué debían hacer para tener una vida que agrada a Dios, sin embargo, Jesús rotundamente responde que la obra de Dios es creer en el Hijo de Dios.

Henry Nouwen cuenta que tuvo que abandonar el entorno de la Universidad de Harvard para ir a vivir a una comunidad de personas con numerosas limitaciones y deficiencias en Canadá, para descubrir su verdadera identidad en Cristo. El necesito salir del ambiente de expectativas que retroalimentaban su “falso yo”, para aprender la gran lección que cambiaría su vida por completo.

También se dio cuenta que los deseos naturales de los discípulos de Jesús de ser relevantes, populares y controladores, podrían estar escondiendo heridas y problemas personales no resueltos. Nouwen encontró que en nuestro mundo contemporáneo marcado por los valores de éxito, eficiencia y control, los discípulos de Jesús siempre tendrán que hacer frente con las tres tentaciones que Jesús enfrentó.

Del éxito a la vulnerabilidad.

La primera prueba que enfrentó Jesús fue la tentación de ser relevante, es decir, la necesidad de hacer alguien de gran impacto. En Mateo 4.3 leemos: Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan. Cuando nos deparamos con las grandes necesidades de la humanidad, tenemos el reto de tratar de transformar la realidad y fortalecer nuestra identidad a partir de nuestros propios logros.

El llamado de Pedro a la misión después de la resurrección de Jesús, nos da pistas a un nuevo estilo de vida como cristianos en el mundo. Pedro también enfrentó el problema de la necesidad de ser útil, de ser reconocido y de tener autonomía. Al negar a Jesús tres veces, su fracaso quedo evidente. Después de su resurrección, Jesús vino a restaurar el corazón de Pedro, su identidad y su camino. Por tercera vez, Jesús le preguntó: Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras … Y dicho esto, añadió: Sígueme. Juan 21: 17-19. 

El llamado del discípulo de Jesús es un llamado a vivir como seguidor y no como maestro. Cuando estamos dispuestos a dejar que Dios trate con nuestros propios males, conseguimos identificarnos con los demás en sus penas y necesidades. Ofrecemos al mundo no nuestro éxito o suceso, sino nuestro “yo vulnerable”, para que otros puedan ser llevados hasta aquel que es llamado “herido de Dios”. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53: 5.

En el corazón del Dios encarnado no hay requisitos, deseos por resultados, falsas expectativas y la exclusión. Él ofrece el incondicional e ilimitado amor, el amor verdadero, que el evangelista Juan llama el Primer Amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 1 Juan 4:19.

El gran problema es que nosotros humanos enraizamos las raíces de nuestra identidad en el segundo amor. El segundo amor es el amor de la afirmación, el afecto, la simpatía, el soporte y el aliento que hemos recibido de nuestros primeros cuidadores, padres, familiares, maestros u otros como esposas y amigos. Este es un amor limitado, roto y muy frágil. Detrás de muchas expresiones de este segundo amor siempre existe la posibilidad de rechazo, el abandono, el castigo, la violencia y la traición. Sin embargo, las buenas noticias del Evangelio, no dejan duda de que el Primer Amor, el amor del Padre, es lo que realmente define nuestra verdadera identidad.

De los resentimientos al perdón

Este autor sigue mostrando que la segunda tentación de Jesús fue su propuesta de ser “popular”. y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden; Lucas 4: 9-10. El discípulo es tentado constantemente a buscar el reconocimiento y recibir aplausos por causa de sus logros personales.

Por causa del fuerte valor de la competitividad de la sociedad contemporánea cada vez más predomina dentro de las iglesias el individualismo. A menudo el discípulo se olvida que está llamado a vivir en una comunidad espiritual. Su vocación no es heroísmo individualista como muchos piensan, sino vivir en un relacionamiento de dependencia con Dios y de interdependencia con los miembros de la familia de Dios.

La vida en comunidad no es nada fácil. Inevitablemente nos enfrentamos con la competición, con la indiferencia o con la falta de confianza que resulta en relacionamientos superficiales. Entonces, ¿cuál será el camino para la liberación de heroísmo individual?

El camino de la cruz a través de la confesión de los pecados y el perdón. Sólo el ofrece la posibilidad de construir una comunidad basada en la gracia, con la práctica intencional de la confesión y del perdón mutuo. Mientras que la confesión es la manera de asumir nuestra vulnerabilidad, el pedir perdón crea un espacio para la reconciliación y para la presencia curadora de Jesús. Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 1 Juan 1:7. 


De liderar a ser liderado

La tercera tentación es la búsqueda del poder y el control. El diablo lo llevó a un lugar alto y le mostró en un vistazo todos los reinos del mundo. Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; … Lucas 4:5-6. Desde que la serpiente inyecto en nuestros primeros padres la posibilidad de que se conviertan como Dios (Gn 3), tenemos la tentación de sustituir el amor por poder. ¿Por qué el poder se hace tan irresistible? ¿Por qué es más fácil ser Dios, que amar a las personas, y más fácil mantener la vida del “yo” que la vida sobrenatural del amor.

De hecho, el discípulo necesita de una conciencia permanente de una mente que se renueva todos los días por la Palabra de Dios. Pensar con la mente de Cristo e interpretar todas las cosas a partir de la cruz. Tansformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12: 2. El pensar espiritual hace al discípulo discernir espiritualmente, la acción de Dios en el mundo y cuál es su dirección a nuestras vidas.

El verdadero cristianismo no hace concesiones a la actual propuesta de la religiosidad “deísta moralista terapeutica”. Estoy de acuerdo con C.S. Lewis cuando dice, “si usted está buscando una religión que lo deje confortable, definitivamente yo no le aconsejaría el cristianismo”. Ya que el cristianismo no se trata del reino personal del yo, sino del Reino de Dios. Estamos llamados a ser parte de algo mucho mayor que nosotros mismos.

Realizar las obras de Dios en primer lugar significa un posicionamiento de rendición y confianza en Jesucristo. Sin embargo, no es una fe pasiva, sino activa por la vida resucitada de Cristo en nosotros y dinamizada por el poder del Espíritu Santo. Por medio de un posicionamiento continuo a través de una fe, nos ponemos en manos del Alfarero Divino. A través de un proceso gradual, que nos transforma en un vaso para su propia honra, útil y preparado para toda buena obra. Mas yo en ti confío, oh Jehová;  Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos. Salmo 31: 14-15.

Julio Cesar Lucarevski, es pastor en la Primera Iglesia Bautista de Londrina. Ver el mensaje predicado el dia domingo 22/11/2015 aqui.